viernes, 19 de agosto de 2011

José Tomás sale muy caro

Marco A. Hierro / Ciudad Real
19/08/2011 23:07
Bramaba el insolente sol sobre la arena de Ciudad Real hora y media antes del festejo, cuando las primeras almas ávidas de luz se posaron sobre el ardiente pedernal. Eran las primeras que soportaban el calor para llenar una plaza que parecía la más grande del mundo; nunca se veía colmada. Hasta hoy. La estela de José Tomás incrementaba el abono en un 400 por cien de muchas personas que ni siquiera sabían quién completaba el cartel, y que se fueron a la muerte del mansote quinto después de haber visto al desbordante mito bordar el toreo y ponerlo caro. Tanto que a Jiménez, que se fue en volandas cuando la noche se cerraba ya, le dejó las dudas entre el aficionado que puede que no sepa valorar la maciza tarde del fuenlabreño. Porque torear cuando José Tomás hace el toreo sale caro.
 Y lo hizo en las mecidas verónicas con que acarició la nobleza distraída del segundo de la tarde, ganando terreno hasta los medios esperando la embestida, echando adelante el percal y embarcando la humillación del funo para despacharlo atrás en su huida. Y lo hizo en el inicio con la muleta, dando rectitud a la cara colocada, ofreciendo líneas por el bien del animal y del caro toreo, que llegó desde la segunda tanda a derechas. Porque Tomás no ofrece ambages ni escribe con tinta media. Porque no entiende de prodigiosas técnicas cuando el pecho se va por delante, y la muleta al infinito, reposando el camino entre los tres tramos que tiene el mismo muletazo.
Por ese motivo, y no por otro, JT se mide en el silencio de la comunicación con el animal, y tiene la entrega tan en la mano que se la da a cualquiera de las propuestas que le insinúe el funo que tiene delante. E interpreta cualquier versión de sus múltiples sinfonías para terminar aclarando que música sólo hay una; la que se mira en silencio y se escucha con los ojos cerrados, porque entre mitos y motes sólo dista la verdad.
Y la verdad es que la espada, y sólo ésta, fue la que emborronó la más perfecta obra de esta tercera vida del de Galapagar. Y sólo ésta fue capaz de dejar en carne de fría reseña lo que debió ser carbón de calderas de titulares y portadas.
El quinto fue tan bonito de hechuras como pájaro de cuenta, y un Tomás responsable y humano fue capaz de plantearle batalla de ataque y trinchera evitando derrotes secos y feas coladas entre la tela y el oro. No merecía la pena la sangre sin fondo, ni siquiera la voltereta.
A César Jiménez sí le merecía la pena anunciarse en este cartel para venir a reivindicarse. Uno de los triunfadores de San Isidro se presentaba medio anónimo entre el público sin fondo y a la espera entre el fondo de la afición. Y aún dejando entre sus abandonadas zapatillas de soledad de albero su mejor versión, pudo sembrar también las dudas entre los dados a comparar. ¿Qué te gusta más, la carne o el pescado? Pues depende del momento y la situación, mire usted, pero uno no elimina al otro.
Porque Jiménez se entregó a la obra de corazón y estética exagerada, pero fue verdad con la muleta en la mano, por abajo, exigiendo en dosis justas, ayudando en justa medida a dos animales justos de Torrehandilla y Torreherberos. Aprovechó la distancia para pegar el primero con inercia y que rompiera el toro a embestir para engancharlo luego en el vuelo y transportarlo hasta el infinito. Siempre con torería, siempre con minuciosa estética, dicho está. Y siempre buscando un triunfo que labró desde el paseíllo y arrancó de un presidente que no tenía la mano suelta.
Sueltos se quedaron los puntos de Víctor Puerto al matar al cuarto, un animal sin fondo que, sin embargo, colocaba la cara cuando pasaba delante del torero para que le pegara diez o doce pases con la pausa y el reposo que le exigía su merma de facultades, que debieron aconsejarle que no alargase una faena que se iba sin remisión al mismo limbo que el anodino funo. Esfuerzo para unos, su presencia; engaño para otros que ya se sintieron hurtados cuando el primero se rompió la pata tras el primer muletazo.
Material de caro precio que lo fue más para los compañeros que para el pagano, porque cuando llega el toreo en la mano de JT sube el precio de vestirse de torero.

Ficha del Festejo
Plaza de toros de Ciudad Real. Segundo festejo de feria. Toros de Torrehandilla y Torreherberos, con clase y recorrido mientras duró su fondo de casta. El peor, el bruto y deslucido quinto.
Víctor Puerto (grana y oro): silencio y ovación con saludos tras aviso.
José Tomás (tabaco y oro): oreja y ovación con saludos.
César Jiménez (rosa y plata): oreja con fuerte petición y oreja.
FUENTE:www.burladero.com

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