domingo, 31 de julio de 2011

La dura soledad de un liderazgo


Provoca, sorprende, exige y triunfa a golpe de un toreo diferente que a nadie deja impasible. Denostado por unos, ensalzado por la mayoría, José Tomás sigue arrasando dentro y fuera del toreo.


Está claro que el personaje ha trascendido al torero. José Tomás no deja impasible a nada ni a nadie y su presencia en cualquier momento de la temporada revoluciona de forma contundente el espacio que llena y en el que hay que entender el por qué este José Tomás es el personaje que es y por qué el tiempo ha modelado en la forma que lo ha hecho a todo un rebelde que un día decidió caminar solo por los vericuetos del toreo.

México es el país que le abre las puertas de la profesión a José Tomás cuando en 1993 decide marcharse de España harto de hundirse en un ambiente de empresarios pedigüeños.

José Tomás era entonces un chaval joven, sobrino de Victorino Martín, pero principalmente confiado en sus posibilidades. Dos cornadas fuertes y contundentes a la hora de poner al torero en peligro, surgieron en México. Una, la ya consabida de Aguascalientes, que volvió a alimentar la leyenda del mito. La otra había llegado a un torero muy joven que aspiraba a confirmar en Madrid, cuando apenas su nombre inspiraba confianza dentro de aquella feria isidril del año 96.

Después llegaría una temporada donde los públicos empezaron a darse cuenta de que había un diestro distinto, que practicaba un toreo que poco tenía que ver con el de la mayoría de sus compañeros. Y de ahí a la rebeldía y a la complicidad que José Tomás buscó y no encontró -excepto Joselito-en otros diestros punteros del escalafón, para romper una dinámica de derechos de imagen que el torero entendía ilógica.

José Tomás se retira aburrido de un escalafón anodino y claudicante donde no termina de encajar un torero que se caracteriza por su ansia de libertad, su independencia y su carácter solitario y reflexivo. Sin embargo, mientras que, para algunos, detrás de su actitud hay un hombre con una gran vida interior, para otros se trata simplemente de una campaña de marketing que buscaría atraer más al público. Junto a los elogios y la expectación también esta ese José Tomás denostado por otra parte de una afición que no entiende de todos los privilegios y exigencias de José respecto a plazas, compañeros y ganado, y, por si acaso faltase algo para añadir aún más dificultades a la travesía, está la premeditada ausencia del torero en ruedas de prensa, entrevistas y cualquier circunstancia que haga simpático al personaje ante los medios informativos.

Todo parece conducir hacia la imagen de un torero antisistema, pero al que la sociedad le ha otorgado un favor diferente al de sus compañeros: con crisis o sin crisis, José Tomás llena las plaza por donde va y, aunque sus detractores hablan de un toreo lleno de enganchones y dureza en sus formas, la verdad más cierta de José Tomás es que es el único capaz de hablar -equivocadamente o no- de tú a tú a los grandes jerarcas del monopolio taurino sin que éstos en la próxima temporada no anden haciendo cola para contratarlo. Y es que, al fin y al cabo, desde aquella controvertida escena de la almohada del Benítez en Villalobillos con toda la jerarquía empresarial taurina del país riéndole el agua para que no se fuese de los ruedos, en la Fiesta o en el arte -como dice Casas- nunca el público le había dado tanto mando a nadie como se lo han dado a José Tomás. Algo tendrá el agua cuando tanto la bendicen. FUENTE: http://www.huelvainformacion.es/

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