Por Paco March:
Hace unas semanas el mallorquín Miquel Barceló pasó a ser el pintor vivo de mayor cotización al venderse en subasta su obra Faena de muleta (perteneciente a la serie de pinturas taurinas) por un precio superior a los cuatro millones de euros.
En ese cuadro y en la mayoría de sus pinturas de evocación taurómaca, la primera visión del espectador se va a la forma de cráter volcánico que todo lo abarca y casi engulle. En Faena de muleta, concretamente, apenas una mancha roja (la muleta) y otra negra (el toro) recogen la acción que en reacción centrífuga trepa hasta el graderío de tonos ocres y estratificados.
No es casual esa forma de recrear el toreo por parte de Barceló, pues parte de la visión del autor (explicada un día a su amigo Esplá tras verle torear de salón en una placita de tientas) de que toro y torero van conformando pequeños cráteres sobre la arena a partir del toreo circular, base de la tauromaquia de nuestros días.
Y, sobre ese volcán ígneo de tragedia y gloria, de fulgor y muerte, se alza el toreo de José Tomás, que vuelve quince meses después de que el toro Navegante quisiera cambiar el rumbo de la historia.
Pocas veces se habrá dado que un torero, en activo o no, escriba sobre otro. Y ha tenido que ser Esplá ¡quien si no! el que rompiera la norma- eso que a él tanto le gusta- desde las páginas del Semanal del diario ABC. Escribe el toreador de Alicante sobre el torero de Galapagar (lo de maestros, tan gastado y banalizado, lo dejaremos para otros) acercándose al hombre y al torero con el bisturí de la inteligencia, la sensibilidad del artista y la genialidad del creador. Con la aparente dificultad añadida del halo de misterio que, por acción u omisión, siempre se ha querido posar sobre JT.
Poco que añadir (sería insensato atrevimiento) a las reflexiones de Esplá, acaso sólo recomendar su lectura sosegada. Pero sí ahondar en la trascendencia del acontecimiento.
Marcada desde casi el inicio la temporada anterior y lo que llevamos de esta por el suceso de Aguascalientes y con eso que llaman crisis pero es hecatombe, sobre otros toreros (aquí, cada cual tiene su lista) ha recaído el peso y mientras unos se refuerzan, otros menguan y los más bastante tienen con salvar los muebles. A ello se suma la beligerancia de los antis y el fantasma de la prohibición catalana.
El sólo anuncio del retorno de José Tomás puso el escenario patas arriba y la confirmación a cuenta gotas de que su temporada no llegaría a la decena de festejos tuvo/tiene en vilo a empresas y afición.
Al tiempo, desde los foros de opinión, amplificados por internet, mientras unos sólo esperan que, toro y torero en el ruedo, les den la razón para su entusiasmo, otros disparan de momento con balas de fogueo mientras preparan la artillería pesada a poco que las cosas se tuerzan ( o ellos las distorsionen, que también).
Se dirá que todo eso ha sido así siempre, que las figuras (y José Tomás lo es de época) han debido lidiar con ello. Cierto, pero hay matices.
Hay quien le afea el no anunciarse en más cosos de responsabilidad, olvidando de dónde viene (del filo de la delgada línea roja que separa la vida y la muerte) y que, además, el trance del riesgo y el compromiso dependen más, mucho más, del hombre que torea que del marco que lo acoge.
Otros son los que reniegan de sus silencios, como si abrir la boca para no decir nada supusiera un blasón de torería.
También son unos cuantos quienes aguardan con disfrazada indiferencia el mínimo desliz, un respingo ante los pitones, un cite aquí o allá para sentenciar aquello de "no es el mismo". Ilusos.
Sin duda, en la presentación y juego del ganado a lidiar estará uno de los quids de la cuestión. También ahí -a las hemerotecas me remito- donde unos verán toros en el tipo, otros sardinas esmirriadas. Donde trapío, novillo. Donde pitones, plátanos. Donde fuerza, invalidez. Donde bravura, casta ovejuna...
En ese caleidoscopio, juegan también intereses gremiales y económicos a los que el aficionado es ajeno, pues sólo le guía (puede que contaminado) lo que sube desde el cráter incandescente prendido por un hombre dispuesto a poner, de nuevo, su vida sobre el tablero.
Y eso, sin duda, trasciende por sobre todo. José Tomás vuelve, para torear. Tiembla el misterio.FUENTE: www.burladero.com
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