miércoles, 20 de julio de 2011

El mito estremece Valencia

21.07.11 - 00:51 -
  • La presencia del diestro reunirá a 11.000 'tomasistas' en la plaza y revitaliza una Feria de Julio agonizante
El mito estremece Valencia


Los taurinos españoles se dividen, a fecha de hoy, en dos: los que tienen una entrada para la corrida del sábado en Valencia y los que no. El mundillo se muerde las uñas ante la reaparición de José Tomás, el mito que llega con su leyenda a cuestas, el torero que todos desean ver, el diestro que vuelve a mostrar el capote 15 meses después de que un toro le prendiera el muslo izquierdo en la plaza de Aguascalientes, en México.
José Tomás amanecerá el sábado en la ciudad. El maestro de Galapagar saldrá de su habitación del Valencia Palace, bajará a pie por la escalera -nunca usa el ascensor el día de faena- y se dará un paseo oculto por una gorra y unas gafas de sol. Después comerá, se acostará y no podrá dormir. Luego se vestirá. Sin intrusos. Empieza la mística. A media tarde llegará a la plaza, pasará de largo por la capilla e intentará aislarse. A las siete, con la plaza atiborrada de 'tomasistas', 11.000 personas pendientes de una cita histórica, pisará la arena.
Y entonces el tiempo se alterará. Habrá segundos eternos, cuando el asta y el vientre se juntan en su baile siniestro, minutos largos, mientras lidien Arturo Saldívar y Víctor Puerto, y unas horas muy cortas, cuando el espectador comprenda que todo ha terminado. Todo sucederá muy rápido, pero, entre medias, habrá instantes a cámara lenta. Es entonces cuando sucede, cuando el tiempo se detiene, cuando se contiene la respiración, cuando la afición entra en éxtasis ante las maneras y el arrojo del maestro, cuando la Tauromaquia cobra sentido.
Eso sólo lo podrán paladear los 11.000 que estén en la plaza. José Tomás no torea para la tele. Eso revaloriza aún más la elección de sus apariciones. Valencia será la primera de unas pocas este año. Una bendición para la fiesta de los toros en la ciudad, donde el cronista José Luis Benlloch lleva décadas regalando su original visión de todo los que sucede en el coso a los lectores de LAS PROVINCIAS. «La Feria de Julio era un referente de primer orden, pero, entre la dejadez, el abandono institucional y el cambio de los hábitos sociales, había perdido predicamento. La Feria se creó para retener a la gente en Valencia y hubo un momento en el que sólo se sabía que era Feria porque había toros. Pero entonces, en Santander, que era una feria de segunda, el Ayuntamiento se empeñó y comenzó a invertir con gestión pública, y los cronistas dejaron de venir porque aquí languidecía y allí los llevaban y los cuidaban».
Hasta que, en mayo, llegó el anuncio de la reaparición de José Tomás en Valencia. El sábado los grandes cronistas volverán a estar en la plaza. Y ahora todos esperan un efecto revitalizante. «Si no llega a venir José Tomás, la Feria de Julio se acaba», así de tajante se muestra Eduardo Altarriba, presidente de la Asociación de Abonados y Aficionados Taurinos de Valencia. «El mundo de los toros no le podrá agradecer nunca lo que ha hecho. Ahora se volverá a hablar de Valencia».
Muy misterioso
A José Tomás hace años que le acompaña un aura de misterio. El día que dejó de hablar con los medios de comunicación comenzaron a escasear las noticias sobre él. El torero respondía a las especulaciones con nuevos silencios y eso, claro, alimentaba el misterio. Algunos ven en esta decisión un golpe de márketing. Pero nunca le ha faltado quien le agasaje. El matador se ha ganado el aprecio de muchos intelectuales. Algunos, como Joaquín Sabina, Albert Boadella, Vicente Amigo y muchos otros, le han escrito. Admiran al torero y lo que le rodea, esa mística que convierte un figura en leyenda. Como su fervor por Manolete: sus faenas, sus hábitos, sus manías. Y ahora muchos ven en él al nuevo Manolete, un genio vestido de luces, un icono del arte de Cúchares.
A Ángel de la Rosa le cuesta describir qué le hace diferente. El torero de Hellín rebusca en su vocabulario y acaba a la tremenda. «Es un monstruo». De la Rosa lo ve como un matador que marca «una época» por su concepción del toreo. Pero no es sólo por su valor, a caballo entre la gallardía y la temeridad, sino algo mucho más profundo. «José Tomás es un samurái del toreo. Yo soy muy aficionado a las películas de samuráis, a su forma de morir, y él, creo, vive la vida igual». No anda desencaminado Ángel de la Rosa. José Tomás se formó con Antonio Corbacho -ahora adiestra a Talavante-, un hombre que compara al samurái con el torero, un tipo de persona que respeta y venera al toro.
Si en algo hay unanimidad es en el valor del diestro de Galapagar, lleno de remiendos por todo el cuerpo, un torero que se arrima como pocos, una forma de entender la lidia que muchos consideran temeraria, hasta suicida. Aunque él, claro, no lo ve igual. «Yo no salgo a una plaza a morir, pero si sabes que te vas a morir, prefiero hacerlo en una plaza de toros que en un coche».
Por eso no tolera que sus detractores le acusen de no mostrarle la taleguilla a las ganaderías más duras. Quizá por eso, en 2008, una temporada después del final de sus cuatro años y nueve meses de retirada, se anunció dos tardes en Las Ventas. José Tomás cortó siete orejas y recibió tres cornadas. La locura. Muchos esperan ver una de esas faenas el sábado en Valencia. No comparte esta opinión Fernando Carbonell, cirujano de la plaza de toros. «Cuando salga de casa esa tarde no estaré más nervioso de lo normal. Confío más en un torero tan técnico y cuajado como él que en otros menos hechos. A la plaza iré, como aficionado, a disfrutar de un torero de verdad y, como médico, preparado para resolver cualquier contingente, como siempre». Carbonell no estará solo si ocurre una desgracia. Habrá otro cirujano más, uno vascular, un traumatólogo, dos anestesistas, dos ATS y un mozo de enfermería.
Más tranquilo, con el éxito asegurado -no hay billetes para la corrida del sábado ni para la de mañana-, se encuentra Nacho Lloret, el gerente de la plaza. «Va a ser un revulsivo sin precedentes para un feria tan complicada como la nuestra, que ya no tiene el tirón de Fallas, y que ahora vuelve al escaparate mundial. La corrida de José Tomás va a mejorar la economía de muchos bares, restaurantes, hoteles...». Lloret saca el capote en cuanto aparecen los números. «No gana nada desproporcionado, sino lo que genera». Por eso se han vendido unos 5.000 abonos, 1.500 más que hace un año, cuando se anunciaron grandes figuras, pero no José Tomás, un torero diferente, un mito viviente que flirtea con la muerte cada vez que torea, que entra en trance ante el toro y extasía al público. Y cuando eso sucede, la plaza se estremece. FUENTE: http://www.lasprovincias.es/


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